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Cambios de rumbo
Revista Viva - 27 de febrero de 2000
Personajes que apostaron a ser fieles a su deseo.
¿Qué hubiera sucedido si Sigmund Freud no se hubiera apartado de su camino de médico neurólogo en la Viena de finales de siglo pasado?. ¿Cuánto hubiera perdido el arte si Paul Gauguin no hubiera cortado amarras con su oscuro oficio de corredor de Bolsa?. La vida, que suele estar hecha de pequeñas decisiones, tuvo como resultado, en estos casos, un cambio de rumbo radical.
Paul Gauguin, nacido en París en junio de 1848, fue descendiente de españoles establecidos en Perú, vivió sus primeros años en Lima, estudió en París, fue marino en la guerra franco-prusiana y regresó a la vida civil a los 23 años, empleándose como agente de Bolsa. A los 25 años, se casó con una danesa, con la que tuvo cinco hijos. Próximo a cumplir los 30 años, creció su afición a la pintura. Se vinculó con los impresionistas, en boga en la Francia de aquellos tiempos, pero recién a los 35 años se decidió a dejar su empleo para dedicarse exclusivamente a pintar. Fiel a su vocación pero agobiado por presiones económicas y materialmente arruinado, terminó enviando a su familia a Dinamarca y, en abril de 1887, un año antes de cumplir los 40, se embarcó hacia Panamá para pasar más tarde a la isla Martinica, en lo que será el comienzo de una vida de viajes al encuentro con su identidad como pintor. Después vendrán Tahití, y las islas Marquesas, donde muere en 1903. Padeció enfermedades y penurias económicas, pero logró definir una nueva técnica, el "sintetismo", que impuso el dibujo definido, las formas precisas y los colores sin fragmentar, acorde con las coloridas colonias de Europa.
También el neurólogo Sigmund Freud encaminó su vocación científica haciendo un corte de manga a la medicina de la época. Se adentró por un camino inexplorado y sin garantías de éxito siguiendo la intuición de una conexión entre las enfermedades del cuerpo y la palabra, esbozadas tímidamente por los psiquiatras Charcot y Breuer, sus maestros. Así, en la primavera de 1896, el mes de su cumpleaños número 40 y a partir de su propio auto análisis, presentó a la sociedad científica por primera vez su método. Con la publicación, en ese año, de "La interpretación de los sueños", Freud mismo explica que ha encontrado "la vía regia para llegar al inconsciente". La teoría freudiana revolucionó la vida del siglo XX, a pesar de que durante largos años el médico austríaco debió luchar contra los prejuicios, la discriminación y el descrédito del mundo científico de su época.
También fue hacia la mitad de la vida que el brasileño Sebastiao Salgado decidió dejar la economía para dedicarse a la cámara. Nacido el 8 de febrero de 1944 en el estado brasileño de Minas Gerais, después de estudiar ciencias económicas en San Pablo, trabajó en París y en Londres para la Organización Internacional del Café. Radicado en París desde 1969, el puesto le permitió viajar con una cámara al hombro por muchos países del Tercer Mundo hasta que se dio cuenta de que "a pesar del bajo nivel técnico de la foto, ésta mostraba mejor la realidad que mis enormes legajos económicos". Llegó a la profesión mucho más tarde que los demás fotógrafos, pero su madurez le permitió cosechar distinciones tales como el Premio de Periodismo Rey de España (1988), el World Press de Fotografía (1995) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1998) "por retratar la condición humana y evidenciar, como pocos, la desigualdad del mundo actual".
La argentina María Luisa Bemberg tuvo que cumplir 50 y estar rodeada por una multitud de nietos para animarse a su pasión por el cine. Había nacido el 14 de abril de 1922, en el seno de una de las familias más ricas y poderosas del país, y fue una señora formal que escribía a escondidas mientras criaba a sus cuatro hijos y atendía las convenciones sociales. Su primer libro, "La margarita en flor", fue una pequeña pieza de teatro que sirvió como guión para el filme de Raúl de la Torre "Crónica de una señora" (1970), pero pasaron algunos años hasta que se decidió a dar el salto. Primero probó armas con un par de cortometrajes documentales, "El mundo de la mujer" (1972) y "Juguetes"(1978), y después no paró: "Momentos", "Señora de nadie", "Camila", "Miss Mary", "Yo, la peor de todas" y "De eso no se habla". Murió el 7 de mayo de 1995, pocas semanas después de cumplir los 73. Empezó tarde pero aprovechó el tiempo: además de dirigir seis películas, cosechó cantidades de premios internacionales, incluida la nominación para el Oscar por "Camila". Y, en "De eso no se habla", hasta se dio el lujo de dirigir a Marcello Mastroianni.